¿Eres mujer fitness? ¡Este episodio es para ti!

Hoy estamos muy contentos porque contamos con la presencia de dos mujeres excepcionales: Liz Ochoa y Karina Pedraza, atletas profesionales, madres y empresarias que nos comparten sus experiencias en el mundo del fitness.

Desde sus inicios en el gimnasio hasta su participación en competencias, Liz y Karina nos revelan cómo organizan su tiempo para cumplir con sus obligaciones y mantener un estilo de vida saludable. Además, abordan los prejuicios de ser mujer en un ambiente tradicionalmente dominado por hombres y las situaciones incómodas que han vivido.

Pero eso no es todo, también nos comparten consejos prácticos sobre cómo entrenar durante el periodo menstrual, cómo lidiar con el aislamiento que provoca un régimen estricta de alimentación y cómo equilibrar su vida social con su pasión por el fitness.

¡No te pierdas este episodio lleno de inspiración, consejos y experiencias!

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Episodio 42

Mujer fitness: descubre tu potencial

No ha sido nada fácil en muchos sentidos.

El hecho de que soy mamá y todo eso, pues es muy diferente, es muy diferente, o sea, no digo que sea imposible, pero sí llega a haber momentos en que, pues ¿cómo decirlo? Se complican las cosas en cuanto a tiempos, en cuanto a que hay prioridades.

Entonces, pues sí, hay prioridades, pero tú también siempre tienes que ser prioridad, entonces no olvidarse de uno mismo.

Tiene dos años que logré mi sueño de competir y fue como lo mejor que me ha pasado.

Cuando competí y ver la carita de mi hijo, o sea, verme recibir los trofeos y sonriendo y es que mamá, eres como mi superhéroe.

Y tengo mis capturas de pantalla de cómo me escriben, no puedo creer que tengo foto con una súper, esta súper mujer, o sea, que me veía y decía, es que mamá, no lo puedo creer, es que te esforzaste mucho y lo lograste.

Entonces para mí también eso me llena mucho porque digo, o sea, le estoy dando un ejemplo.

Soy muy delgada y siempre he sido muy delgada y me cuesta mucho trabajo subir de peso.

O sea, yo sé que mucha gente pues busca lo contrario de estar delgado y todo, pero a veces cuando uno está demasiado delgado y le cuesta subir, pues también es un poco frustrante.

Entonces me metí en esto de las pesas también a raíz de la pandemia y para combatir un poquito la ansiedad.

La mujer se castiga todavía más o es más severa con ella misma que el hombre.

La mujer sí se castiga mucho de ser muy crítica con su cuerpo.

Hay una crítica más fuerte hacia su persona o su cuerpo, ¿no? De ya tengo la celulitis y mira el gordito y mira el brazo, o justo este caso también que, porque también siempre hablamos del ser gordito, bajar.

Pero como dice Kari, o sea también está el otro polo, la gente que le cuesta trabajo subir de peso, también nos llega a crear como complejos.

Para mí era muy, muy traumático porque decía porque yo soy flaca, no delgada y tengo las lonjitas aquí en la espalda.

Era horrible para mí. Y yo veía a otras chicas que eran delgadas, bien, no tenían llantitas ni nada.

Yo tengo compañeros de la generación que he visto, que me invitan a la fiesta de la generación, no sé, de la prepa.
¿Quién es ese don?
Yo todavía llevo mi pantalón roto y mis Nike, ¿no? Y de repente llego a la generación y pa’ su mecha, o sea, ya veo, digo, lo digo con todo respeto, pero, pero sí se ve el cambio, sí se nota de cuando te descuidas un poquito a ti.

Liz lo decía y lo tomo de ahí, no es un comentario peyorativo, sino más bien de entender que las prioridades, yo entiendo que son los hijos, la casa, el trabajo, pero se te olvida lo más fundamental, que tu prioridad debes de ser tú, porque si tú no eras tu prioridad, eventualmente, pues les vas a fallar a tus hijos, le vas a fallar a tu pareja, a tu hogar, a tu trabajo, porque tú te estás descuidando.

Entonces, si tú te cuidas, tú te atiendes, pues vas a ser mejor con tus hijos, un mejor ejemplo, vas a inspirar, va a ser fuente de más trabajo, vas a rendir más en el trabajo, en tu hogar, o sea, te permite muchas cosas.

Todos me dicen: es que no tengo tiempo, es que no tengo tiempo para cocinarme, es que no tengo tiempo para ir a entrenar, es que no tengo tiempo.

Y yo así de que: ¿cómo yo sí puedo?

O sea, no es por nada y no es por el hecho de, o sea, soy una chingona, o sea, realmente es organización y como yo siempre se los digo a todos, el peor ejercicio es el que no se hace.

Porque realmente puedes hacer zumba, puedes subirte a la caminadora, puedes hacer lo que sea, ¿no?

Fuerza, pesas y simplemente con el hecho de que mueves tu cuerpo ya estás haciendo una diferencia a que te quedes, y te llegas a acostar, y a ver la tele y a comer. O sea, eso en cuanto al ejercicio.

Y ahora en cuanto a la alimentación, o sea, ¿cómo tienen tiempo para sentarse a ver Netflix? que no está mal, o sea, ¿cómo tienen tiempo para otras cosas? para estar en el celular, viendo videos.

Sin querer te vas aislando o se te va aislando de los amigos.

A mí me pasa, de por sí no soy muy amiguera, y de pronto es como de que : este, no, pues que vamos por la barbacoa, vamos por las carnitas, vamos para las chelas, vamos y yo no tomo.

“No, no como eso.”

Te vuelves el raro por no ir a comer, por no ir al bar, por no ir.

Pero no está mal porque mi diversión es otra, porque mi satisfacción es otra.

No, más bien la gente ha normalizado los malos hábitos: el abuso del alcohol, el abuso del tabaco, el abuso de muchas sustancias, el comer mal y eso lo normalizan.

Nadie dice “oye, eso está mal” porque si lo dices es gordofobia, porque si lo dices te estás metiendo, estás haciendo body shaming, o sea, no.

Y al revés, a nosotros sí nos pueden tirar, te pueden decir: es que tú eres el mamado, es que tú eres el que te ciclas, es que tú eres el egocéntrico, es que no tienes vida, no tienes vida, eres la dismorfia, eres el vigoréxico.

A mí sí me ha pasado el acoso en los gimnasios.     

me sentí muy mal, o sea muy acosada, sí me quejé y sí me apoyó el gimnasio y es lo que yo les dije.

O sea, cuando metí mi queja fue así que: es que yo porque lo hablo, o sea, porque yo no me quedo callada, si me siento incómoda lo digo. O sea, aquí o en cualquier lugar tengo que decir las cosas que no me gustan, pero hay mujeres que no.

O sea, que sí se quedan calladas y no está padre que dejen de venir al gimnasio o se cambian, o no se sientan cómodas en su vestimenta o algo porque se sienten acosadas y no lo digan.            

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